La imperfección del indicador
Los institutos de estadística proporcionan una infinidad de datos para dar a conocer las realidades de la sociedad. Entre los indicadores, hasta el momento, el Producto Interior Bruto (PIB) se ha considerado como uno de los mejores para medir el desarrollo y progreso de la sociedad ya que mide el total agregado del valor añadido de todas las actividades económicas basadas en el dinero. No obstante, tal y como se puso de manifiesto en el curso, existe la necesidad de mejorar los indicadores y obtener indicadores complementarios al PIB.
La directora de Eurostat Inna Steinbuka presentó las iniciativas internacionales de la Comisión Stieglitz y de la Unión Europea que pretenden mejorar la medición del crecimiento económico y el bienestar social. La primera se trata de un proyecto del gobierno francés sobre la Medición del Rendimiento Económico y el Progreso Social establecido en 2008 por el Presidente Nicolas Sarkozy y presidido por Joseph Stieglitz. La segunda, es la ‘Comunicación GDP and Beyond’ (PIB y más allá) de 2009 que se ha visto reforzada con la Estrategia Europea 2020 que busca el crecimiento inteligente, sostenible e inclusivo. “La estrategia 2020 es sucesora de la actual Estrategia de Lisboa y esta estrategia hace hincapié en el área medioambiental que hasta ahora no se ha tenido en cuenta”. Admitió lo esencial de apostar por el crecimiento inteligente porque “sólo siendo competitivos podremos avanzar”. Asimismo, explicó que es necesario el crecimiento inclusive “para mejorar el nivel de empleo”. La Estrategia cuenta con 7 recomendaciones entre las que destacan el innovar, hacer que la juventud se implique, la utilización de recursos eficientes y la creación de una plataforma contra la pobreza. “Por el momento, la prioridad de Eurostat es implementar los objetivos que tengan en común las recomendaciones de la Comisión Stiglitz y la Estrategia 2020”. Según Mariano Gómez del Moral, “la Comisión ha puesto de relieve las limitaciones del PIB como indicador del bienestar, así como la utilización inadecuada que a veces se hace del mismo”. Entre otras, expuso que la Comisión da a entender que el PIB es un agregado monetario que no se centra en los temas distributivos y en los elementos de la actividad humana para los que no se dispone de valoración de mercado.
Por otro lado, ante las limitaciones del PIB, se presentaron otros indicadores que contribuyen a la medición del bienestar social de forma más explícita. Se trata del Índice de Desarrollo Humano (IDH) y del Bienestar Subjetivo. El IDH recoge los resultados de la salud, la educación y la renta. “En 1990 se publicó el primer Informe de Desarrollo Humano elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en donde se decía que la idea del desarrollo debía coger estos tres aspectos. De todas formas, una de las críticas más comunes al indicador ha sido que prácticamente ofrece la misma información que el PIB”, expuso Teresa García del Valle de la UPV/EHU. Ada Ferrer, del Institut d´Anàlisi Económica, analizó el bienestar subjetivo. Declaró que hasta hace 10-15 años no se utilizaba este indicador porque todavía hay economistas que consideran que la utilidad (bienestar) no se puede medir. Para Ferrer, “la felicidad es medible y es comparable” ya que “hay suficiente evidencia empírica que demuestra que las personas quieren responder cuándo se les pregunta sobre su nivel de felicidad”, siendo sólo un %3 el que no sabe o no contesta. Opina que las medidas subjetivas dan información interesante y diferente a las medidas como puede ser el PIB.
Una de las conclusiones de Jesús Rodríguez Marcos del Departamento de Justicia y Administración Pública del Gobierno Vasco, fue que en Euskadi haría falta una elaboración de índices sintéticos para medir el bienestar social aunque destacó que primero sería necesario contar con un consenso de indicadores en el ámbito internacional. Para Cristina Prado Valle de Eustat, aunque el PIB presenta limitaciones y haya que seguir mejorando en la búsqueda de indicadores, “ayudan en la medición”.
Ada Ferrer: “Tiene que haber una política pública clara que decida qué queremos”
Durante el curso se ha manifestado que el PIB presenta sus limitaciones y ha hablado de los indicadores subjetivos. ¿Una unión de estos indicadores podría medir el bienestar social?
Cada indicador sirve para cosas distintas. Lo que proponemos los que trabajamos el bienestar subjetivo no es sustituir nada porque cada indicador tiene sus puntos positivos y sus limitaciones. Hay economistas muy buenos que miden el bienestar social de forma objetiva, cogen la renta como una de las bases, miran el PIB, miran si la gente tiene acceso a los hospitales, a la educación... Nosotros, desde el bienestar subjetivo, partimos del otro lado. Le preguntamos a la gente cómo de feliz es e intentamos entender qué es lo que sus respuestas explican. La diferencia clave es que hay indicadores que toman en cuenta las características subjetivas de los individuos y otros no.
¿Cómo pueden los indicadores contribuir en la erradicación de la pobreza y desigualdades?
Tiene que haber una política pública clara que decida qué es lo que queremos. Nosotros le preguntamos a la persona cómo de feliz es o le preguntamos de forma más concreta sobre la situación económica y entonces miramos qué es lo que explica la felicidad o no. Yo te proveo información, ahora tú como gobierno tienes que decidir qué es lo que quieres. La desigualdad está correlacionada negativamente con la felicidad del individuo. Los individuos que viven en sociedades más desiguales son menos felices. Esto quizá sea una cosa que le interese saber a la administración pública.
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