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CURSOS DE VERANO UPV/EHU

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En los últimos años ha aumentado el número de divorcios. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2007, 137.510 parejas decidieron disolver su relación en el Estado y más de la mitad tenía hijos menores. Como consecuencia de ello, actualmente habrá muchas parejas inmersas en procesos de divorcio, de ahí que se organizara un curso en el que se analizaran las rupturas conyugales.

Tal y como lo definió Bárbara Figueiredo, de la Universidad de Minho de Portugal, “el divorcio es una transición individual y familiar”. Asimismo, añadió que se trata de un momento de estrés y ansiedad donde tanto los adultos como sus hijos tienen que adaptarse a los nuevos cambios. Sin embargo, “suelen ser capaces de ser más fuertes para afrontar el día a día pasados los dos primeros años después de la ruptura, incluso en el caso de los niños”. Cuanto peor sean los problemas que preceden al divorcio más difícil será que la pareja divorciada se adapte a la nueva vida. “En algunos casos las estrategias de pareja no son adecuadas para resolver los conflictos y peor lo pasarán emocionalmente.

Cuanto mayor sea la conflictivad de la ruptura, también se incrementarán los problemas en los procesos judiciales. Ángel Luis Campo, juez de familia, indicó que “cuando no hay un consenso, las partes se encuentran con una interminable procesión de juicios: las medidas provisionales, separación, divorcio, modificación de medidas, liquidación de ganaciales, juicio verbal, reparto de gananciales, juicio verbal,el juicio declarativo....”. Es lo que denomina el juego del telegrama porque “después de tanto trámite lo que le llega al juez no es la realidad”. “Además, si no se tiene el beneficio de justicia gratuita, puede suponer unos 6.000 euros calculando a la baja”. Campo considera que los jueces no conocen lo suficiente a las partes y actúan de forma pasiva. Tampoco se mostró a favor de que no haya igualdad de derechos entre un matrimonio y una pareja de hecho, que no cuenta con el amparo de una ley de ámbito estatal.

En ocasiones, los procesos judiciales pueden agravar la situación, especialmente si hay hijos de por medio. Por ello, Campos cree que hay que apostar por la mediación familiar ya que “abre el diálogo entre ambos”. Por ello, también han proliferado los diferentes programas para que los niños puedan ver a ambos progenitores después de la ruptura. Es lo que se conoce como la parentalidad compartida o guarda y custodia compartida de los hijos. Priscila Comino, de la Facultad de Psicología de la UPV/EHU, presentó tres programas que se llevan a cabo en otros países como los programas de la educación parental, el divorcio colaborativo o la coordinación parental. Asimismo, Bárbara Figueiredo expuso cómo en Portugal está en marcha el programa Pais por Inteiro. En el estado español, lo que sí existen son los Puntos de Encuentro Familiares (PEF). Xabier Moñux, de la Confederación estatal de puntos de encuentro, explicó que el PEF es “un recurso social especializado para facilitar el encuentro del niño con el padre no custodio y normalizar la situación para que los padres sean capaces de afrontarla en un futuro”. En Euskadi, hay PEF en Donostia, Bilbao, Gasteiz, Irún y Portugalete.

Priscila Comino: “Es importante transmitir al niño la idea de que el proceso de adaptación es temporal”

¿Qué efectos psicológicos provoca el divorcio en adultos?

El divorcio es un proceso de estrés que comienza cuando la pareja muestra signos de disconformidad, y termina después de que el divorcio legal haya concluido. Esto el adulto lo va a vivir con ansiedad y con depresión.

¿Y el niño?

También hablamos de este proceso de estrés. Pero en función de cómo elaboren los padres el conflicto inherente al divorcio los niños se adaptarán mejor o no. Las investigaciones demuestran que es habitual en los dos primeros años tras el divorcio, que los niños muestren signos de irritabilidad, fracaso escolar o problemas en la escuela, alteraciones del sueño… Pero es importante transmitir la idea de que el proceso de adaptación es temporal.

¿A qué edad les puede afectar más?

En cada edad los problemas que se van a manifestar son diferentes. Los adolescentes tienden a mostrarse conductuales, y los niños son de problemas internalizantes.

¿Hay algún tratamiento psicológico que dé buenos resultados?

Se están llevando a cabo programas de intervención. Desde la UPV/EHU, hará como 5 años se llevó un programa con madres y padres divorciados. La gente busca sus propios recursos, acude adonde es pertinente, bien sea el pediatra, el psicólogo… pero no hay un tratamiento estandarizado, depende de la casuística de cada uno.

¿Los programas mencionados en su ponencia, se llevan a cabo en el Estado?

Son programas que se llevan en ámbitos anglosajones. Es cierto que desde los servicios de mediación de muchos juzgados, realizan una labor  de prevención e información. Pero no tenemos disponible un programa como tal.

¿Es bueno para un niño que esté hoy en casa de uno y mañana en la del otro?

Evidentemente la estabilidad es un factor importante pero los niños necesitan tanto a su madre como a su padre. Si eso implica traslados, bienvenidos sean.

¿Qué opina sobre la mediación?

Creo que es un recurso que en caso de conflicto puede ser efectivo. Se podría mejorar incluyendo en el proceso la orientación de tipo psicológica. Uno de los programas que he presentado, el divorcio colaborativo, sería la versión mejorada de la mediación. Los abogados aconsejan a los clientes, en el que hay un especialista infantil y uno financiero, y todos participan de la negociación con la tranquilidad de que en caso de que se llegue al juzgado, ninguno de esos profesionales va a intervenir.

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