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CURSOS DE VERANO UPV/EHU

Viviendas aptas para la atmósfera

No sólo los vehículos de motor emiten gases de efecto invernadero a la atmósfera; las viviendas también contribuyen al cambio climático porque también los emiten. Por ello, en los últimos años, arquitectos e ingenieros han considerado la necesidad de crear nuevas formas de edificación en las que se consuma únicamente la energía necesaria, se consuma de forma eficiente y además, que la vivienda esté construida de tal modo que no pierda energía. Y por supuesto, todo ello sin dejar de lado el ‘comfort’ de las personas que habitan en las viviendas.

Algunos de estos profesionales participaron en el curso, que contó con la colaboración del Departamento de Vivienda y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco y Vivienda y suelo de Euskadi (VISESA), para presentar algunos proyectos de edificación.

Zabalgana 156, es uno de esos proyectos puestos en marcha por VISESA que presentó la arquitecta Teresa Valle, en donde se están construyendo 156 viviendas sociales en Gasteiz. Otro de los proyectos ya hecho realidad es el de la Ecociudad de Sarriguren, que ocupa 1.501.906 metros cuadrados, llevado a cabo por Navarra de Suelo Residencial (NASURSA). Rufino J. Hernández fue el encargado de presentar las características de estas viviendas. Por su parte, Gonzalo Molina, de la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial fue el encargado de describir los programas Ecobuilding y Concerto.

Para construir edificios eficientes, hay que buscar estrategias de edificación eficientes, entre las que destaca apostar por las energías renovables. Ruperto Puertas argumentó las ventajas de emplear la energía geotérmica que aprovecha el calor de la tierra “aunque hay Comunidades Autónomas que no lo consideran energía renovable”. “Es una energía límpia, no crea combustión, calienta, refrigera y hace que no sean necesarias las placas solares”. Apuntó que el mayor obstáculo es el poco apoyo institucional que recibe para seguir adelante y probar las diferentes formas de instalación.

Por otro lado, Patxi Sánchez y Gonzalo Carro, de IDOM, hablaron sobre el ‘District heating’. Se trata de obtener calor para una comunidad a través del calor residual generado en las centrales térmicas aunque “el problema es que nadie quiere tener cerca una central”.

El Consejo Europeo, declaró en diciembre de 2008 que las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse, y el Tratado de Lisboa establece que para 2020 habrá de reducir las emisiones en un 20% y emplear un mínimo del 20% de energías renovables. Asimismo, existe la Directiva de Eficiencia Energética de edificios, un instrumento puesto en marcha por 27 países de la Unión Europea que favorecen esas medidas. Sin embargo, la normativa carece de obligatoriedad. Según Gonzalo Molina, “cada Estado Miembro debe poner en marcha un Plan de Acción eficaz”. Añadió que “sin investigación, desarrollo tecnológico y sin legislación, no se puede avanzar”.

A la hora de construir una nueva vivienda, hay que tener en cuenta el lugar en el que se ubica y por supuesto, la sociedad en la que se está inmerso. “Hoy en día, por ejemplo, hay nuevas tendencias familiares, no son todo familias nucleares y el gasto energético se da de diferentes formas”. Servando Álvarez, docente de la Universidad de Sevilla, destacó la importancia de diseñar bien un edificio antes de construirlo, “porque si no, no va a ser eficiente e incorporarle elementos eficientes una vez edificado supone mucho gasto”. Asimismo, considera que hay que incentivar a aquéllos que edifiquen mejor y “que no sólo se limitan a cumplir con los requisitos mínimos de una vivienda eficiente”.

Rufino Hernández: “Mejorar la

eficiencia puede suponer un

perjuicio desde el punto de vista

cultural”

¿Por qué las viviendas convencionales no son eficientes energéticamente?

Porque tienen un alto consumo energético. A partir de un consumo por debajo de los 25 kilowatios hora metro cuadrado año, se empieza a considerar que una vivienda tiene una alta eficiencia energética. Pero hay que tener mucho cuidado porque no es lo mismo ser eficiente o sostenible, que no producir CO2.

¿Es posible adaptar las viviendas convencionales a la era medio ambiental?

Sí, pero con dificultad. Por ejemplo, en un edificio que tenga cierto valor artístico o histórico, cualquier actuación que yo haga está limitada por el propio valor del edificio. En un casco antiguo, si yo modifico exteriormente todas las envolventes térmicas, a lo mejor me cargo el ambiente de ese casco antiguo. ¿Tendría sentido? Ahí es donde está uno de los problemas a los que nos tenemos que enfrentar. Mejorar la eficiencia puede suponer un perjuicio muy fuerte desde el punto de vista cultural.

¿Los costes en estas nuevas viviendas serán excesivos, no?

No, porque los costes de energía van a ir subiendo. Por lo tanto, cualquier actuación que limite el consumo de energía y permita ahorrar lo que va a ir produciendo es que los periodos de reversión de la inversión de la amortización de esa inversión vayan disminuyendo, con lo cual será más rentable financieramente.

¿Y el coste de compra en el mercado?

El coste de compra aumentará. Tampoco sabemos cuánto porque el costo de venta de una vivienda está vinculado a la capacidad de crédito del comprador. Si en una sociedad la capacidad media de crédito es de 200.000 euros, las viviendas valdrán alrededor de 200.000 independientemente del costo de la construcción. El resto se irá al valor del suelo y el beneficio del promotor. Ésta es una de las perversiones del mercado inmobiliario.

¿Qué retos se plantean?

Que haya una conciencia social de que tiene que cambiar nuestra forma de vivir. Esto es complicado porque la sociedad es muy lenta en su transformación cultural. Tiene que haber una incentivación por parte de la administración y luego tienen que plantearse herramientas vinculadas al desarrollo de tecnologías y a la limitación de esa perversión del mercado inmobiliario vinculado al suelo.

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