Aprender a comunicar
La escritora y poeta Carmen Conde decía que “el lenguaje es lo más humano que existe. Es un privilegio del hombre... Cada palabra lleva consigo una vida, un estado, un sentimiento”. Conde no es la única que da relevancia a la palabra. Aiuola Pérez, de Habla y Disfruta, Formación y Comunicación, y Ángel Lafuente, del Instituto de Técnicas Verbales, llevan muchos años trabajando el arte de la palabra y enseñan a través de talleres como éste a hablar eficazmente.
Según Lafuente, “el orador no nace, sino que se hace”. “Todo el mundo tiene la capacidad para expresarse correctamente, pero para ello hay que trabajarlo porque el dominio de la palabra hablada es un hábito”, señaló Lafuente. Además, añadió que no es suficiente con saber hablar ya que “hablar con eficacia supone comunicar, transmitir, que mis sentimientos y pensamientos pasen a ti”.
Hablar en público tiene sus dificultades, pero tal y como afirmó Aiuola Pérez, “la audiencia no perdona que le hagas perder el tiempo con un discurso aburrido o no habiéndolo preparado, ni tampoco perdona que transmitas tu angustia o que lo que cuentas parezca que no vaya contigo”. Por ello, en opinión de Pérez, es conveniente ensayar el discurso e indicó que, como media, se tarda en preparar una buena charla 15 horas por cada hora de discurso.
Respecto al miedo escénico, Pérez subrayó que “el miedo se quita poco a poco” y la necesidad de asumir “que está ahí pero que no debe afectarnos”. Asimismo, Ángel Lafuente explicó que la inseguridad y la dependencia del qué dirán provocan ese miedo. Ante ambas situaciones se muestra contundente: “Hay que tener en cuenta que nadie es más que nadie. Y, por supuesto, para comunicar bien hay que amarse a sí mismo, al mensaje y al público”. Aiuola Pérez, por su parte, aconseja aparcar el que denomina Síndrome del Mediterráneo, es decir, el exigirse demasiado a uno mismo.
En un discurso no sólo sirve con comunicar, también hay que saber cuál es el mensaje adecuado. Pérez advirtió que a los interlocutores hay que darles y no pedirles para contactar con ellos. “Si das llegas y si pides fracasas. En una entrevista de trabajo no se puede suplicar que necesitas ese puesto, el mensaje es que yo puedo y quiero”. También alertó de que el mensaje es la propia persona y de que cada persona interpreta el contenido de una forma diferente.
Para llegar a hablar eficazmente, no hay ningún truco, solamente formas de trabajo. Lafuente explicó que lo mejor es entrenar día tras día en casa, grabar y transcribir lo que se dice, y corregir los errores. “Ante un error, se recomienta, ensayar con exageración, irse al otro extremo”. Para mejorar el registro por falta de vocabulario, Lafuente recomienda leer y escuchar con mayor atención e intentar sustituir mientras se habla los verbos “cebolla” ser, estar, haber, hacer, tener, o las palabras como ‘cosa’ o ‘importante’ por otras. No obstante, reiteró en varias ocasiones que para hablar y comunicar adecuadamente hay que tener en cuenta las reglas de oro: “nunca la palabra antes que el pensamiento, no interrumpir la frase o idea, frases breves, mirada interpelante, gesto libre, silencios y velocidad posible y adecuada”.
Ángel Lafuente: “Hay que entender que uno mismo es la persona más sagrada”
Antaño, los humanos dominaban mejor la palabra. ¿Qué sucede hoy en día?
Es cierto que en la retórica, la oratoria se ha cultivado formalmente incluso desde la antigüedad clásica grecolatina de una manera notable. Pero últimamente, se ha abandonado casi totalmente la materia, y cuando se imparte se imparte mal. Es decir, se dan sólo normas y con las normas sólo no se puede uno valer porque el gran problema de la comunicación es el miedo escénico que es universal aunque antinatural. Además, cuando se dan este tipo de cursos, se transmiten normas absurdas. Se ha dicho que dominar la palabra no está al alcance de cualquiera. Lo cual no es cierto. Cuando mitificamos algo, abrimos la puerta para introducir a través de ella auténticas tonterías. Como aquello de que para superar el miedo escénico lo mejor es imaginarse desnudo al público.
¿Es la oratoria una asignatura pendiente en las aulas?
Absolutamente; pendiente en primero de básica. Si ya desde la propia escuela voy a estar comunicando, recibiendo doctrina del maestro o contestando en los exámenes, ¿cómo no se me enseña el arte de la palabra? Tiene una lógica de fondo. Y es que al poder no le gusta el libre pensamiento del pueblo y temen que si dotamos del dominio de la palabra hablada al pueblo, ese pueblo vaya a ser un conjunto de libres pensadores.
¿Cómo definiría un buen comunicador?
Una persona que se quiere como a nada y nadie, que ama al destinatario del mensaje y que se cree su mensaje.
¿Cómo se logra la seguridad para combatir el miedo escénico?
Para tener seguridad en sí mismo, hay que entender que uno mismo es la persona más sagrada que hay en el mundo, la más digna de respeto, de amor, de apoyo, de tolerancia, de perdón. Hay que vivenciar que no hay ninguna sola persona superior a ninguna otra. Cuando uno llega a vivenciar esta idea, por qué va a tener miedo al público.
¿Es necesario trabajar tanto la comunicación verbal como la no verbal?
Se está mitificando la comunicación no verbal. Que la comunicación no verbal existe es indudable, que va cediendo terreno a la comunicación verbal es indudable, y cuando el oyente encuentra contradicción entre la comunicación verbal y no verbal se fía de la no verbal. Pero de ahí a decir que ciertos gestos significan siempre y para todos lo mismo no es verdad.
¿Qué ventajas presenta hablar eficazmente?
Saco partido a mi propia riqueza personal, todos somos muy ricos en experiencias, en proyectos, en amores, en fracasos... Si no me sé comunicar adecuadamente me empobrezco, porque tengo un tesoro pero no la llave del cofre. Y luego empobrezco a la sociedad.
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