Dormir, calidad de vida
“El sueño es la fábrica de nuestro día”. Con este enunciado inauguró Eduard Estivill, director de la barcelonesa Clínica del Sueño Estivill el curso centrado en las patologías y fenónemos vinculados al sueño. Estivill destacó en todo momento la relevancia de dormir bien porque “si llegamos a los 90 años habremos dormido 30”. El problema es que hasta hace 80 años aproximadamente, se ignoraba el sueño y todo lo que les sucedía a las personas mientras dormían. Fueron los psiquiatras Kleitman y Aserinsky los que comenzaron a analizar a los gatos mientras dormían. A esto hay que añadir que a partir de los años 80 es cuando empiezan a generalizarse las unidades del sueño en los diferentes centros hospitalarios en donde trabajan diferentes especialistas: psiquiatras, neurólogos...
Las fases del sueño son la vigilia, el sueño superficial, el sueño profundo y el R.E.M. (Movimientos Oculares Rápidos / Rapid Eyes Movement en inglés). “En esta fase es donde nuestro cuerpo se restaura y el cerebro memoriza todo lo aprendido”.
Sin embargo, no todo el mundo pasa por estas fases con normalidad. Hay quien no llega a la fase R.E.M. o está menos tiempo en ella, quien está demasiado o quien mientras duerme no para quieto. Se trata de las alteraciones como el insomnio, la hipersomnia, la parasomnia, el síndrome de las piernas inquietas, la apnea o la narcolepsia, entre otros. Según Estivill, lo normal es que “los niños de 3-4 años duerman unas 11 horas, los adolescentes 9, los adultos entre 7 y 8 y las personas mayores 6”.
Francisco Segarra, describió algunas de las técnicas diagnósticas de estas alteraciones -como por ejemplo el electrograma- y definió las diferentes patologías. Advirtió que “en un primer momento es necesario hablar con los pacientes y determinar las causas de lo que le pueda suceder y tratar cada caso de forma individualizada”. “A veces la alteración del sueño es puntual debido a que se trata de una época de estrés o se da por falta de ‘higiene del sueño’. No es lo mismo tratar casos concretos que de largo plazo”. Del compendio de patologías, profundizó especialmente en el insomnio, que es donde más se ha investigado. Tanto Segarra como Nuria Roure, describieron las terapias que llevan a cabo en la Clínica Estivill. Además de la educación y la terapia farmacológica, los expertos del sueño también utilizan una terapia conductual, más empleada para casos crónicos. Entre las estrategias que destacan están la relajación muscular y la higiene del sueño.
Respecto a los ronquidos y las apneas, ambos están unidos pero Estivill estableció las diferencias. “Los ronquidos se dan porque cuando dormimos el cuerpo pierde fuerza y los músculos que están en la orofaringe se cierran un poco dificultando el paso del aire haciendo que las cuerdas vocales vibren”. Explicó que normalmente se da en hombres porque las mujeres que todavía no han tenido la menopausia tienen las hormonas estrógenas que controlan el paso. No obstante, cualquiera puede tenerlos, incluso aquellos que tienen rinitis alérgica, desviación del tabique nasal o las amígdalas grandes como los niños en crecimiento. “Las apneas son ruidos entrecortados que se dan debido a que el conducto se cierra cuando la persona llega a la fase R.E.M. A consecuencia de esto, la persona no duerme y puede tener la tensión arterial alta”.
Eduard Estivill: “Hay miles de cosas que no se arreglan sólo con pastillas de dormir.”
¿Qué pasa mientras dormimos ?
El cerebro funciona más cuando duerme que cuando está despierto. El cerebro gasta más glucosa cuando está dormido que cuando está despierto porque hace los procesos de restauración y reparación. Restauramos el cansancio; segregamos hormonas importantísimas, por ejemplo, la del crecimiento que hace crecer a los niños y a los adultos la reparación de tejidos. Prueba de ello es que si alguien duerme mal, tiene ojeras. El cerebro también hace el proceso de memorización de lo que aprendemos durante el día.
¿Qué terapias se emplean para las alteraciones/patologías del sueño más frecuentes?
Depende de la causa. Por ejemplo, para el síndrome de piernas inquietas, al tratarse de una alteración del metabolismo del hierro, se emplean productos específicos. En el tratamiento de las apneas y los ronquidos se emplean los pequeños aparatos llamados CPAP (Aire a presión positiva continuada). Hacemos que estas personas respiren bien porque les introducimos una especie de ventilador que les da aire mientras duerme. Los tratamientos no farmacológicos más comunes son técnicas de relajación, técnicas conductuales y técnicas de control de estímulos. Lo más importante es entender que los avances se han producido en el diagnóstico. Hay miles de cosas que no se arreglan sólo con pastillas de dormir.
¿Qué avances ha habido últimamente?
Uno de ellos ha sido tratar el insomnio infantil. Antes con estos niños no se sabía qué hacer y ahora, mediante técnicas conductuales, pautas, se les enseña a dormir. Otro de los avances ha sido el descubrimiento de encontrar la causa de la narcolepsia. Es una sustancia que se llama orexina que es la responsable de la sensación de sueño durante el día y se están trabajando en tratamientos para reparar la situación.
¿Queda mucho por investigar?
Muchísimo. Estamos en la punta del iceberg. Por eso es tan importante divulgar la medicina del sueño porque cuanta más gente se dedique a ello mucho mejor. Cuando yo comencé con el tratamiento del sueño de los niños, mis compañeros pediatras me decían ‘no expliques todo lo que haces porque si no lo va a copiar todo el mundo’. Pues yo siempre pensé, ‘cuánta más gente lo sepa, más diagnosticaremos’.
¿Debería generalizarse la formación, los cursos, seminarios, en el ámbito del sueño?
En esto luchamos. Hasta ahora en la universidad, la medicina del sueño ocupaba máximo un día. Imagínate que en un día se haga un especialista en pediatría o en cardiología. Esto no es factible. En la medicina del sueño debe ser igual. Pero vamos avanzando poquito a poco.
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